Mencionado desde el siglo XI como perteneciente a la Abadía de Lagrasse, su entrada está marcada por un arco de medio punto romano. Hoy, la memoria colectiva ha oscurecido el término Saint-Martin en favor del de Saint-Jacques. Este cambio de dedicación debe compararse con la presencia en el sitio de un ermitaño llamado Jacques, en el siglo XVIII.